Somos de un país perdido en el tiempo.
Cuando todo esto comenzó, quise pedirle a Coco Fariñas que dejara la huelga de hambre. La huelga de hambre en la india le sirvió a Mahatma Ghandi porque eran muchos los que le amaban y la vida, su vida, importaba a los que estaba ocasionando todos los disturbios, en ambos bandos. Le amaban tanto, que pararon sus disputas, hicieron tregua. Pero de que puede valer la vida de un hombre cuando en Cuba todos somos prescindibles, cuando nuestras vidas no valen nada. Nos debemos a un poder superior, que como dios, es inmune a nuestras necesidades ni al más modesto de nuestros reclamos, ni siquiera al derecho a vivir.
La maquinaria ha sido tan milimétricamente conformada, que decir disidente, era hablar de traición a la patria. Soy cubana y disiento del estado que ha mantenido por tanto tiempo las libertades de cada cubano, recortadas, diezmadas, hasta el punto que llegamos a considerar que pensar diferente es un delito.
El machetero no puede escribir. Desde hace días que no recibo noticias de él. Tal vez ese es el precio de abrir los ojos en Cuba, y decirlo. Pero confió en algunos para que continuáramos lo que él había empezado. No se escribir como él. No tengo su capacidad para sintetizar en palabras un sentir, cuando lo único que puedo es sentir.
Un hombre se ha muerto en cuba, de rabia, frustración, impotencia. Se llamaba Zapata y fueron tantas las injusticias que le tocaron vivir, que no pudo más. Decidió castigarlos con su propia muerte en sus consciencias. Pero no recordó que ellos, a estas alturas, después de tantas vidas destrozadas, después de pedirle una gota más de sangre al pueblo de cuba mientras se daban sus consabidos festines, después de tantas familias desintegradas, separadas… se olvidó que ellos no tienen consciencia. Zapata sabía que iba a morir. Sabía que por una “tonta” huelga de hambre, el “sistema” no iba a dar su brazo a torcer. Y aún así lo hizo.
Coco piensa lo mismo.
Por primera vez, he visto a los llamados de “izquierda” de todo el mundo, a pararse a pensar que tal vez los gobernantes de Cuba no eran tan buenos como ellos creían. Y no lo son. Su grandioso marketing para con el resto del mundo se está desmembrando. Yo me alegro. No hay nada más bello que la verdad. Cuba es una carcel, y Fidel y Raúl sus carceleros.
Ya lo decía Martí, un pueblo que se ve obligado a emigrar, es porque sus gobernantes no lo están haciendo bien.
Ellos no tienen consciencia, pero nosotros si. La muerte de Zapata está sobre nuestras consciencias… y la vida de Fariña también.
Las últimas noticias recibidas son que Guillermo Fariñas tiene el sistema digestivo al borde del colapso. Y fiebre a causa del estafilococo aureo. No se que es eso último. Tan solo se que otro cubano va a morir por todos nosotros. En ningún país que se diga democrático, ni decente, se encarcela por pensar diferente. Pero ocurre en Cuba.
¿Hasta cuando?
La machetera
La machetera
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